Ruta fácil y asequible para toda la familia. Y además muy bonita y bucólica que realizamos el pasado 19 de febrero entre Benamahoma y El Bosque.
Tipo: lineal
Dificultad: fácil
Duración: 2 horas con paradas y a ritmo de paseo.
Distancia: 5 kms
Desnivel: en descenso casi contínuo
Agua: ninguna fuente en todo el trayecto.
INTRODUCCIÓN:
Enmarcada en la última parte de la travesía del Pinsapar de Grazalema, el recorrido del río Majaceite me ha dejado unos recuerdos tan gratos y evocadores que he decidido empezar la casa por el tejado. Y por eso comienzo el relato fraccionado de los dos días que hemos pasado en el P.N. de Grazalema por su parte final: la ruta del río Majaceite, el paradigma del paseo de ribera por un río.
Mejor entrar en antecedentes. El día anterior mi hermano Peregrino Gris, su amiga la polivalente e infatigable Cristina y yo nos desplazamos hasta Villaluenga del Rosario con la intención de cruzar la impresionante sierra del Endrinal hasta Grazalema. El mal tiempo impuso su peaje y la noche anterior cayeron varias decenas de litros por metro cuadrado, las nubes se cerraron por encima de los 1.000 metros, se impuso la prudencia y nos desplazamos directamente a Grazalema. Desde este pueblo realizamos una ruta circular más asequible alrededor del Peñón Grande que mitigó sobradamente la decepción inicial. Ya publicaré el correspondiente post de esta ruta más adelante.
Tras pasar noche en la Casa de Piedra, el segundo día por la mañana dejamos el coche en el parking del Pinsapar y cruzamos la sierra del Pinar hasta Benamahoma, donde almorzamos en una de sus ventas. También haré un post de esta ruta en el futuro.
LA RUTA:
La realización de esta ruta parte desde Benamahoma, a donde llegamos algo cansados por el interminable descenso por la pista del puerto del Pinar. Por ello los últimos 5 km recorriendo el sendero del Majaceite fue la mejor manera de dar un paseo para bajar la comida hasta llegar al final del recorrido en el pueblo de El Bosque.
Hay muchas rutas que recorren el cauce de un río en Andalucía. Y el paseo-excursión que sigue el curso del Majaceite entre Benamahoma y El Bosque es uno de los más bellos que pueden hacerse en el Sur de España. Eso sí, mejor hacerlo fuera del periodo estival porque esta ruta es una de las más masificadas de Andalucía. Nosotros la hemos hecho en febrero y apenas nos cruzamos con 6-8 personas en todo el trayecto.
El sendero está perfectamente equipado con pasarelas de madera, puentes y escalones tallados en la roca. Transcurre casi totalmente pegado al río y de hecho el cauce es accesible gracias a las decenas de conexiones que existen desde la cercana senda hasta el agua.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO:
Partimos desde la parte baja de Benamahoma. Tras comer en una de las ventas junto a esta rotonda, enfilamos hacia el camino de inicio de la ruta. Se puede ver el cartel informativo de la Junta a la izquierda de la furgoneta gris.
Cristina se informa de la duración, distancia y otros datos de este paseo de ribera. Ella nos transmitió un ritmo pausado y contemplativo a nosotros dos, que muchas veces metemos el paso ligero y perdemos el punto contemplativo que debe tener toda ruta de senderismo.
El inicio de la ruta nos acerca inmediatamente al río, del cual apenas nos despegaremos en las dos horas de caminata. El bosque fluvial de chopos, fresnos, olmos, sauces, zarzas, rosales, etc, nos acompañará casi todo el camino.
El río va bien cargado de agua después de las lluvias de los días pasados.
Pasamos junto a los restos de un molino que aprovechaba las aguas perennes del Majaceite. Los molinos y batanes, en los que tratar la lana que tanta fama han dado a las mantas de Grazalema, nos hablan del enorme aprovechamiento que los serranos del lugar hacía de las aguas de este río.
Nos encontramos continuamente equipamiento para hacer transitable este sendero. Barandillas, puentes, escalones tallados, hormas de piedra, etc, han hecho posible transitar por este sendero para cualquier caminante con ganas de pasear.
La humedad es notoria en piedras y árboles. El musgo prolifera por doquier. Algunos tramos recordaban a mi hermano alguna de las etapas del Camino Primitivo de Santiago.
Espectacular. Son las 16.00 de la tarde y llevamos siete horas pateando, pero el dolor de hombros por la mochila y los pies recalentados se refrescan con tramos como este.
El sendero discurre encajado entre la Sierra de Albarracín y la de Labradillo, lo que obliga a cruzar el río por los varios puentes que encontramos, como este. A la izquierda se pueden apreciar los escalones tallados en la roca para facilitar el paso.
Otro rincón musgoso con el que recrearnos. Las aguas de este río cobija a nutrias, culebras de agua, barbos y truchas.
De nuevo más escalones y barandillas para hacernos más llevadero este particular Paseo del Colesterol.
Otro rincón no apto para reumáticos. Tras casi una hora de camino relajado hacemos un descanso en uno de los numerosos accesos a la orilla del río. Nos recreamos en la flora, las rocas musgosas y el runrún del río sentados junto al agua cuando descubro a este experto cazador de insectos:
Un rechoncho petirrojo en el centro-bajo de la foto. Si no fuera por el plumaje encarnado de su pecho no lo hubiera visto. Le dejamos ampliando su dieta con los insectos del río y volvemos a la senda.
El río emplieza a abrirse y el camino nos lleva a dejar a la derecha la fábrica de la luz, que dejó de funcionar en 1963, hasta dar con el primer cruce de la ruta, perfectamente señalizado.
Por la izquierda subiríamos al Jardín Botánico, con una completa representación de toda la riqueza vegetal que hemos dejado atrás. Nosotros optamos por el sendero de la derecha que nos acerca de nuevo al río.
El paisaje cambia radicalmente tras el cruce. Pasamos junto a un gran llano.
Parece que estamos en Galicia.
Cruzamos por una pasarela una zona inundable que hay junto al Molino de Arriba.
El sendero nos va acercando ya a El Bosque.
Llegamos a un llano con un abrevadero para ganado y una zúa,que todavía cumple su función de embalsar el agua para, mediante canales o caos, ser conducida a los batanes y molinos que aprovechaban su fuerza motriz.
Por fin damos vista entre los chopos de El Bosque, punto terminal de estos dos días de senderismo. El camino nos hace rodear el pueblo por el Oeste.
Cruzamos el puente junto al Molino de Enmedio, despidiéndonos del Majaceite y de este sublime paseo fluvial.
El Bosque con la piscifactoria truchera en el centro.
BALANCE
Esta ruta ha sido la guinda a dos magníficos días de senderismo por las montañas y los ríos de Grazalema. Lo cierto es que el tiempo nos hizo cambiar el itinerario el primer día y apenas nos permitió disfrutar del sol el segundo en el que recorrimos el Pinsapar de Grazalema y el río Majaceite. Pero andar entre nubes por los pinsapos y recorrer un río impregnado de humedad como el Majaceite ha sido una muy experiencia muy grata.
Como siempre ha sido un gustazo compartir camino y experiencias con mi hermano Peregrino Gris. Y ha sido un privilegio patear junto a la experta y polivalente Cristina, que bien puede volar miles de kilómetros al mes, bucear a decenas de metros bajo el mar, competir en regatas o patear por sierra Nevada con crampones y piolet.
Los pueblos por los que hemos pasado, Villaluenga del Rosario, Grazalema, Benamahoma y El Bosque, nos han permitido volver a disfrutar de la belleza de los pueblos blancos serranos de Cádiz. Hemos degustado la tagarnina en sus muchas versiones, y paseado por las calles estrechas, siempre en cuesta, de estos pueblos que, cada vez más, dependen de su medio natural excepcional para atraer a pisapraos como nosotros y tener un futuro sostenible, no como nosotros.
Un saludo.