TRAVESÍA SIERRA DE SEGURA Pueblos Abandonados de la Sierra del Segura, 27-28 de marzo de 2014
DATOS DE LA RUTA
Distancia: 32 kilómetros
Desnivel mínimo: 692m
Desnivel máximo: 1572m
Tiempo total andando: 11 horas
Puntos de agua: fuente de Los Bonales (al inicio), Tornajo por encima de la Hoya de la Albardia ( a unos 12 km del inicio), fuente en Los Centenares (final del primer día), fuente de Las Canalejas (a tres kilómetros del inicio el segundo día)
Cobertura movil: en Los Centenares
Primer día: (Los desniveles son aproximados en algunos casos y el tiempo recorrido corresponde a un paso tranquilo con frecuentes paradas)
-9.00-Casa Forestal Los Bonales-692m
-11.15-Mirador de la Fresnedilla-1.077m
-12.15-Collado de Cubero-1.342m
-1235-Tiná de las Hoyas-1471m
-13.15-Hoya de la Albardia-1490m
-13.45-Collado de Los Frailes-1572m
-14.25-Casa Forestal Prado de la Peguera-1400m
-15.00-Los Centenares- 1350m
Segundo día:
-8.30-Salida Los Centenares- 1350m
-9.10-Fuente aldea de Las Canalejas-1350m
-9.45-Cortijo de los Alguaciles-1380m
-10.35-Mirador Majal Alto-1500m
-11.00 Pista Mirabuenos-1450m
-13.30 Puente sobre arroyo de las Grajas- 650m
-14.30 Los Bonales en Aguasmulas-692m
ITINERARIO
La ruta Pueblos Abandonados de la Sierra del Segura es un viaje a aquellos parajes que los serranos, desde antiguo, habitaron hasta su forzosa expropiación y expulsión hace más de 50 años. En esta ruta, la belleza natural de los paisajes se une a la Naturaleza transformada por aquellos serranos: sus cortijos, los bancales y los antiguos caminos, que nos transportan en el tiempo. Lugares espectaculares como La Fresnedilla de Aguasmulas, Hoya de la Albardía, Los Centenares o Las Canalejas son el viejo recuerdo de una huella humana que dio calidez a una tierra dura y salvaje como pocas.
En concreto, el valle donde se asienta la aldea de Los Centenares es uno de esos lugares que quita el aliento. Pasear por las ruinas de este pueblo expropiado contemplando el barranco del Lobo, siempre bajo la sombra del paredón calcáreo de Los Miradores, ha sido para mi hermano y para mi probablemente una de las mejores experiencias como senderista. Si no la mejor.
¿Cómo llegamos a Los Centenares? La idea original era ascender al Banderillas, subiendo por el la senda del Ruejo desde el Río Borosa-Tranco del Perro-Banderillas, haciendo noche en esta cima. El segundo día iríamos a Pontones por la Hoya de la Albardia, Los Centenares y el valle de las Espumaderas. Para volver de Pontones hasta Los Bonales en Aguamulas por el GR-7 el tercer día y de allí de nuevo al Borosa.
Sin embargo, cuando por fin pudimos desplazarnos a la Sierra de Segura, una sobrecarga del talón de Aquiles de mi hermano al poco de comenzar la subida y una previsión de nieve el tercer día redujo la Travesía a dos días. No tuvimos más remedio que hacer noche en la aldea abandonada de Los Centenares (ni Pontones ni Banderillas!), lo que convirtió esta ruta en una increíble visita por los cortijos y aldeas abandonadas de esta parte de la Sierra del Segura.
Esta ruta la dedicamos especialmente al Tío Bernardo Jiménez, el último habitante de Las Huelgas y uno de los últimos viejos serranos, que tanto hizo por dar a conocer la zona de Las Huelgas y Los Centenares. No lo conocí pero quiero agradecerle el dar a conocer esos parajes en los que nació, vivió y, sobre todo, compartió con tantos senderistas y amantes de estas Sierras.
Mapa de la ruta
Comenzamos la ruta a las 9.00 de la mañana con unos frescos 7 grados, aparcando el coche junto a la casa forestal de Los Bonales, en el río Aguasmulas, donde una cadena cierra el paso. Detrás la nevada Sierra de las Villas.
Este afluente del Guadalquivir lo recorreremos durante la primera parte de la ruta, casi de su desembocadura hasta su nacimiento en los contrafuertes del Banderillas. Empezamos a andar por una cómoda pista que nos subirá hasta el emblemático cortijo de la Fresnedilla, superando algo más de 300 metros de desnivel durante 9 kilómetros.
Pasamos junto a la presa del Arroyo del Hombre, de donde parte un camino hacia el pintoresco cortijo del Tío Ratón, una construcción serrana cavada en la ladera de la colina, ejemplo de integracion extrema con el entorno natural.
Los impresionantes cortados de Las Banderillas, una cima que nos acompañará durante diversas partes de esta travesía. La Cordillera de Las Banderillas, que se extiende durante 8 kilómetros de Norte a Sur por el centro del Parque Natural, es una de las formaciones rocosas más impactantes y rotundas de estas Sierras.
Recorremos los primeros kilómetros sin problemas y cuando empezamos a afrontar las primeras curvas que forma el carril en la ladera del Castellón de los Toros se nos ocurre la funesta idea de atrochar una curva lejana por un aparente sendero cortacamino que acaba en 20 metros. Toca subida todoterreno agarrándonos a los matojos y ramas durante veinte minutos hasta alcanzar el carril varias curvas por encima. Cuento esto porque a mi hermano se le resintió el talón de Aquiles y, aunque lo llevó con hombría, obligó a cambiar el plan de la Travesía sobre la marcha y convertimos a la aldea abandonada de Los Centenares en nuestro objetivo.
Dando vistas a la Piedra del Mulón y su cortijo.
Desprendimiento en el carril de Aguasmulas, a apenas un kilómetro del final en el mirador de la Fresnedilla.
Tras superar el desprendimiento en el carril Las Banderillas presidida por la impresionante Peña Plumera
Las paredes rojizas del Castellón de Los Toros por la izquierda y la muralla de Las Banderillas por la derecha encajan al Aguasmulas en un circo natural ya en su cabecera.
El valle que labra el Aguasmulas bajo la sombra de Las Banderillas recibe en su cabecera el nombre de Reco de Aguasmulas.
El cortijo de la Fresnedilla, cuyo último habitante, el Tío Máximo, es el ejemplo más claro de la tragedia que supuso para los serranos de estas duras tierras el tener que dejarlas cuando se creo el Coto Nacional en los años 60 antes de convertirse en Parque Nacional en 1970.
Tras 9 kilómetros de subida bastante llevadera nos tumbamos en la hierba de los bancales de la Fresnedilla a comer un bocadillo y fruta con los ojos puestos en la muralla increíble de cientos de metros que nos envuelve.
Encima de nuestras cabezas los buitres aprovechan las térmicas para encaramarse a los paredones rojizos del Castellón de Los Toros.
Tras la pausa afrontamos la parte más dura del día, la cuesta hasta el collado del Cortijo de Cubero. Casi trescientos metros de desnivel en apenas un kilómetros.
Sendero muy bien balizado que transcurre sombreado por un espeso pinar y encharcado en parte.
Ya en lo alto del Collado, viendo el mirador de la Fresnedilla abajo (el punto central blanco) y el Banderillas nevado delante, mi hermano empezó a acusar la sobrecarga.
Tomamos un descanso breve para recuperar el resuello y para observar el espectacular vallecito del Cortijo de Cubero, donde se cierra entre paredones el arroyo del Hombre. Dedicada al Viejo Serrano.
Hacemos una leve subida hasta la Tiná de las Hoyas entre jóvenes pinos y con el arroyo del Hombre muy cerca.
En menos de dos kilómetros desde el collado de Cubero nos plantamos en una de las joyas de esta ruta: el valle de la Hoya de la Albardia, donde sorprendimos a dos manadas de unos 20 gamos cada uno. Espectacular recibimiento al inicio de este verdoso valle que recorrimos saltando charcos por la hierba empapada.
Tras sortear el arroyo del Hombre por un árbol cruzado encontramos varias muflonas y hembras de gamo. (Una cría puede verse en el centro de la foto, el punto marrón)
La cría con dos muflonas esperando un poco más adelante
Siguiendo las balizas del Gr-7 llegamos en breve hasta la primera aldea abandonada, La Hoya de la Albardia. Otro de esos lugares mágicos vigilados por el nevado Banderillas.
El entorno es espectacular. Los chopos y nogueras, los bancales, los llanos sin piedras, las casas de gruesos muros y calles estrechas demuestran una transformación del medio natural por parte del hombre. Un lugar bello y triste: se llevaron a los serranos para que pisapraos como nosotros nos quedemos boquiabiertos con lo que para ellos era lo más normal del mundo.
Tras otra parada obligada dejamos la filosofía y continuamos el camino buscando el punto más alto de esta ruta, el collado del Fraile a 1572 metros de altura. La subida es muy llevadera. El paisaje va cambiando, se vuelve agreste y pedregoso. A la derecha pueden verse los “frailes” pétreos que dan nombre a este collado.
Cerca del collado de los Frailes dejamos atrás el Gr 7 y continuamos por el antiguo camino que unía la Hoya de la Albardia con el cortijo de la Cabaña.
Tras cinco horas de ruta, unos 15 kilómetros andados y unos mil metros de desnivel superado el cansancio se acumula (y la mochila pesa lo suyo), aunque a partir de aquí empieza un descenso moderado hacia el valle del cortijo de la Cabaña.
El camino desciende a media ladera, permitiendo ver en breve los chopos del ruinoso cortijo de la Cabaña. Otro precioso valle de montaña transformado por el hombre. En el extremo izquierda puede verse el Puntal de las Cabras.
Ahora los valles sólo pertenecen a los animales
Evitamos salirnos del camino para visitar el valle y torcemos 90 grados de Oeste a Norte para introducirnos en un precioso bosque de repoblación que la umbría ha conservado nevado.
Junto a las ruinas de la casa forestal Prao de la Peguera sorprendemos a otro grupito de muflonas.
Ruinas, muchos de los cortijos y aldeas fueron literalmente dinamitados para evitar que los serranos volvieran a sus tierras.
El camino inicia una leve subida por el carril que nos lleva a Los Centenares. Pronto, entre los pinos, enfocamos el gran premio: Los Centenares.
Si antes hemos transitado por parajes mágicos, ahora entramos en el valle encantado. Bajo la sombra de la muralla de caliza de Los Miradores, el arroyo de los Centenares ha labrado el Barranco del Lobo hasta juntarse unos kilómetros más abajo con el arroyo de las Espumaderas, formando entonces una zona encajonada llena de formaciones rocosas impresionantes en el denominado paraje de Las Huelgas. La aldea expropiada de Los Centenares se asienta en una especie de plataforma sobre el Barranco del Lobo, rodeada por tres enormes eras que permiten una visión panorámica de todo el valle.
Tras deleitarnos con las primeras vistas de la aldea y el valle, cogemos una bifurcación a la derecha del carril(al día siguiente seguiremos por este carril para ir a las Canalejas, la otra aldea que visitaremos el segundo día) que nos lleva en cómodo descenso hasta Los Centenares.
Lo primero es encontrar un refugio para la noche, porque entre las ruinas de las casas hay zonas nevadas y por la noche la previsión es de unos grados bajo cero (como así fue. Los Centenares se asienta a unos 1.300 metros de altura sobre el nivel del mar).
Encontramos una habitación habitable, con chimenea, suelo decente y hasta despensa y herramientas. Dejar claro que usamos nuestros hornillos y comida, respetamos el refugio y el entorno, limpiamos al día siguiente y nos llevamos nuestra basura a la civilización. (y era bastante).
Tras recopilar leña y agua en una fuente cercana, nos dimos el homenaje de una comida caliente con Estrella Galicia, cortesía de mi hermano.
Fotos del Barranco del Lobo, que rodea la plataforma en la que se asienta Los Centenares y la separa de la cercana aldea de Los Miravetes, en la ladera del Poyo de la Hoya Serbal.
Los Miravetes es la otra aldea de esta parte del Valle. Más pequeña y encajada a la sombra del Poyo Serbal. Está muy cerca de donde el arroyo de Los Centenares se une al de la Espumaderas en la zona de las Huelgas, creando uno de los entornos más bellos de estas Sierras.
Los Miravetes con más zoom. Nosotros no llegamos más allá de Los Centenares. Queda pendiente.
Cruz que unos familiares pusieron en recuerdo de algún pariente fallecido de la aldea de Los Centenares
Por una de las calles del pueblo.
La única casa recuperada de Los Centenares. A la familia Guijarro creo que tenemos que agradecerle el refugio que encontramos en la aldea. Muchas gracias.
Familia de jabalíes al anochecer
Se va el sol y toca controlar la lumbre para hacer una cena caliente y evitar el frío de la noche.
Fuera no se veía a dos palmos.
Dormimos más mal que bien, a partir de las 23.00 empezó a soplar un viento helado desde Las Banderillas y el termómetro bajó varios grados bajo cero. La ventana de la puerta se abrió a las 5.00 de la mañana de un portazo helando la covacha. Resultado: apenas dormimos una hora seguida y a las 7.00 estábamos avivando la lumbre para tomar un café.
Vistas por la ventana de la puerta (la que se abrió en medio de la nocha dándonos un susto de muerte)
Partimos hacia la aldea abandonada de Las Canalejas, rehaciendo parte del camino de ayer. Las Canalejas era una importante aldea de esta zona, con cementerio, Iglesia, tienda y otros servicios. Situada a apenas dos kilòmetros de Los Centenares. Fue dinamitada.
Adios a Los Centenares
Volvemos al cruce del carril de Los Centenares con Las Canalejas e iniciamos un descenso hacía este otro valle también labrado por el hombre. Al fondo, el nevado Banderillas.
Cementerio de Las Canalejas con flores en algunas tumbas que trajeron los parientes de los difuntos el último día de Todos los Santos.
Descanso obligado en la fuente de las Canalejas. Según el dueño del camping de Los Llanos de Arance, la mejor fuente de estas Sierras.
Ruinas dinamitadas de lo que fue un pueblo con iglesia, escuela, correos y tienda.
Iglesia de Las Canalejas. Quedan los muros, el techo se derrumbó y el interior es una escombrera.
Seguimos la ruta y tras una larga recta llegamos a una zona de saca de madera cerca del cortijo de los Alguaciles, donde sorprendimos a esta hembra de gamo en medio del carril tras una curva. Se rehízo y salvó diez metros en tres saltos. Pero la cacé fotográficamente cuando se escondía entre pinos de repoblación.
Llegando a las ruinas del cortijo de los Alguaciles. Al fondo, el omnipresente Banderillas.
Enfilamos ahora en subida continuada por el carril de Mirabuenos hacia Majal Alto, cuya antena nos ha dado cobertura de móvil durante gran parte de los dos días.
En un mirador en una curva del camino hacia Majal Alto admiramos la meseta curva del Castellón de los Toros que precede a las paredes nevadas del Banderillas.
A lo lejos se intuye Cotorríos entre el humo y la niebla del valle del Guadalquivir.
Cotorríos con más zoom
Comienza la parte más dura del recorrido.: una bajada llena de curvas por una pista llena de chinos que hace derrapar a las botas . El talón de mi hermano se resiente por los resbalones y mi rodilla izquierda (la mala) empieza a protestar también. Hacemos paradas técnicas cada media hora.
La pista de Mirabuenos nos llevará de vuelta al Aguasmulas, haciendo decenas de curvas por la falda oeste de la Sierra de Mirabuenos. Estas colinas boscosas de pinos, encinas y quejigos se ubican en la vertiente Este del embalse del Tranco.
Los Pinos asociados con quejigos aportan una gran belleza a esta zona forestada.
Por fin vemos el embalse, y la isla de Bujaraiza, al fondo del valle.
La interminable pista de Mirabuenos. Obsérvese en el pino de la derecha de la foto como ha formado una especie de nido con las formas caprichosas de las ramas.
Llegamos al puente del arroyo de las Grajas.
Desembocadura del Aguasmulas, donde mi hermano dejó la mochila y subió a los Bonales a recoger el coche.
Camping Llanos de Arance. A principios de marzo las lluvias inundaron todo el camping, y todas las instalaciones situadas en los márgenes del Guadalquivir. El dueño del camping nos enseñó fotos de las cabañas estas con un metro de agua, parecían islas. Increible. En la fecha que realizamos la ruta, finales de marzo, estaban en plena faena de limpiar y adecentar el camping. Espero que se recuperen de las perdidas, que fueron muchas.
Instantánea del embalse del Tranco y la isla de Bujaraiza desde el coche de vuelta a la civilización.