Este cauce fluvial granadino de aguas frías y cristalinas es una de las mecas del descenso de cañones y una opción muy deseable para quienes quieren disfrutar de la Naturaleza durante estos días de calor
El cierre lógico de parajes acuáticos como Barranco Blanco en Coín, las Angosturas del río Guadalmina o los Cahorros del río Chillar con motivo del coronavirus ha reducido las posibilidades de los amantes de las rutas acuáticas de disfrutar de los ríos en la época estival. Por eso, planteamos esta propuesta: el recorrido de parte del granadino río Verde de Otivar. Uno de los recorridos fluviales más espectaculares para quienes gustan de mezclar el senderismo con chapotear en las frías aguas de un río. O para quienes se atreven a hacer barranquismo.
El río Verde de Otivar es, sin duda, una de las mecas del barranquismo en Andalucía. Situado en la parte oriental de la salvaje Sierra de Almijara, sus aguas limpísimas y heladas, los cañones que ha tallado a lo largo de milenios y las pozas y cascadas que jalonan su recorrido lo convierten en paso obligado de quienes gustan de este tipo de turismo activo.
Para llegar al inicio de esta ruta desde la Costa del Sol deben desplazarse en coche hasta el pueblo costero de Almuñecar. Son hasta este punto unos 130 kilómetros por la AP-7 y la A-7. En este pueblo costero granadino debemos coger la carretera A-4050, la sinuosa carretera que une el interior de Granada con la costa. Y que nos lleva a Otivar tras 16km de trayecto. Dejamos atrás el pueblo hasta que, a unos 5km, vemos a la izquierda de la carretera una caseta de la Sociedad Cooperativa, Agrícola y Ganadera del Campo de Cázulas, propietaria del terreno en el que vamos a entrar, y donde nos cobrarán 5 euros por persona y otros cinco por vehículo.
Toca transitar por un carril cuyo firme podría estar en mejores condiciones. No obstante, casi cualquier turismo, con precaución para los bajos en varios lugares puntuales, podrá transitar por él hasta descender junto al río Verde. Tras unos 20 minutos por el carril llegaremos a varios ensanches del camino donde podremos aparcar e iniciar nuestra excursión acuática.
Esta ruta se puede hacer de varias maneras. Depende de si queremos hacer senderismo acuático o barranquismo, con lo cual necesitaremos trajes de neopreno, casco y botes o mochilas estancas.
Optaremos por el senderismo acuático. Para lo cual iremos por el carril hasta llegar a un azud o presilla donde cruzaremos el río y cogeremos un sendero que nos introducirá en la cuenca del río Verde. Muy pronto volveremos a cruzar el río por un puente colgante sobre una poza de aguas cristalinas.
El sendero nos hace ganar altura con rapidez hasta un primer mirador donde podemos recuperar el resuello. Posteriormente seguiremos el camino hasta dejar atrás una era en bastante buen estado de conservación y un segundo mirador más alto aún que el primero.
Comenzamos poco después el descenso por el sendero buscando decididamente el cauce del río. Tras cruzarlo (conviene recordar este punto de cruce para el regreso), el sendero transita muy cerca del río durante un par de kilómetros, cruzando el cauce varias veces, disfrutando de la vegetación de ribera y de varias pozas donde apetece bañarse.
Resistimos las tentaciones de un buen chapuzón ya que el objetivo del día es bañarnos en la cascada de la Poza Grande. Para lo cual debemos seguir el sendero que remonta el río, cruzándolo varias veces, pasando por otros puentes colgantes, destrepando con facilidad entre rocas hasta llegar a una bella poza cristalina con un pequeña cascada: es la antesala de la Poza Grande. Basta subir entre rocas por la izquierda de la cascadilla y tendremos a nuestra merced el premio del día: una cascada de unos diez metros de altura sobre una poza de agua color esmeralda que invita, ya sí, al obligatorio chapuzón. Hemos tardado poco más de hora y media desde el coche, dependiendo del ritmo de cada uno.
Tras comer el bocadillo después del baño proponemos volver por el río hasta el punto en el que el sendero nos bajó al cauce. Por eso conviene llevar en la mochila unas zapatillas viejas que no importe que se mojen y, a falta de mochila estanca, llevar móviles y otro material bien sellado y aislado.
La vuelta es una delicia de trayecto entre pozas esmeraldas y pequeñas cascadillas que se sortean sin dificultad. Justo bajo el segundo puente que cruzamos sí que encontramos una cascada que puede sortearse por un lateral saltando de unos dos o tres metros de altura hasta una profunda poza esmeralda.
Restan después unos cientos de metros refrescantes hasta llegar al punto en el que el sendero nos descendió desde el segundo mirador. Aquí conviene a los senderistas acuáticos salirse del río. Ya que si continuamos habrá que hacerlo con material de barranquismo ya que hay un par de pasos complicados. Por eso, tras secarnos y cambiarnos el calzado toca volver en unos 45 minutos hasta el coche en el inicio de esta ruta. Culminando una experiencia increíble en uno de los entornos naturales más bellos de Andalucía.