Esta ruta es, a juicio de muchos senderistas, el trekkin más salvaje y espectacular que se puede hacer en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Pasaremos junto a aldeas abandonadas. Atravesaremos la casi impenetrable muralla caliza del Banderillas, que separa el valle del Guadalquivir de los Campos de Hernán Perea por un sendero tallado en la roca por antiguos serranos llamado el Tranco del Perro. Conectaremos de nuevo con el río Borosa mediante un espectacular itinerario por el Cinto de la Higuera: una repisa herborosa de indescriptible belleza con un patio hacia el Borosa de cientos de metros que, no obstante, no entraña peligro. Tras sucesivas subidas y bajadas de vértigo, desembocaremos junto al embalse de Aguas Negras, desde donde podemos visitar el nacimiento del río Borosa antes de recorrer la clásica ruta que hacen miles de personas todos los años, hasta la piscifactoría del Borosa.
Tipo: circular
Dificultad: alta
Duración: 8-10 horas horas más o menos dependiendo del ritmo de cada uno.
Distancia: 25 Kilómetros
Desnivel: 1.500mts de desnivel de ascenso
Agua: al inicio de la ruta junto al río Borosa, en la aldea abandonada de Los Villares y junto a la Cerrada de Elías a la vuelta.
Recorrido fotográfico:
Conviene remarcar que esta ruta requiere una cierta preparación física e intuición montañera. Es larga y con muchos kilómetros por terreno roto. Recomendable llevar un GPS con el track de la ruta cargado. También es conveniente salir muy temprano para que la subida hasta el Tranco del Perro se haga más llevadera con el fresquito matinal.
Partimos desde el aparcamiento del río Borosa, que recorreremos unos doscientos metros hasta que, justo a la izquierda del camino, veamos un sendero junto a un puente que debemos coger. Comienza en este punto el PR-192 Cumbre del Banderillas, un sendero de Pequeño Recorrido con el que compartiremos los primeros 10 kilómetros de esta ruta. Comenzamos un duro ascenso entre pinos y plantas aromáticas por el paraje conocido como Cuesta del Topaero. La subida apenas da tregua durante unos cuatro kilómetros en los que ganamos casi 500 metros de desnivel. Con el desayuno ya digerido gracias a esta cuesta, el sendero se nivela conforme nos acercamos al paraje de Los Villares.
Esta es una antigua aldea serrana que fue dinamitada por las autoridades cuando se instauró el Coto Nacional de Caza. Los serranos sobraban, así que fueron extirpados de sus tierras y conducidos al valle, a la colonia de Cotorríos. Este es un lugar ideal para descansar en la era y otear a lo lejos el perfil del Cinto de las Higueras mientras tomamos un bocado.
Pasamos junto a la fuente de los Villares y las ruinas y comenzamos a descender entre bancales siguiendo el sendero PR. Cruzamos un arroyuelo con abundantes juncos y enfilamos la senda en un ascenso más moderado. Pronto vemos, entre los pinos a lo lejos el collado de Roblehondo, donde damos vistas a la muralla impenetrable de 8 kilómetros de la Cordillera del Banderillas. Nuestros pasos nos encaminan hacia ella, parece imposible que haya un paso que la cruce pero sí, lo hay, llamado el Tranco del Perro. Este camino colgado del vacío se inicia junto a una barrera de madera y tiene la anchura suficiente como para que se pueda transitar por el sin peligro, siempre yendo con un mínimo de precaución.
El Tranco del Perro se abrió con explosivos para abrir una puerta que permitiera conectar el valle del Borosa y el Guadalquivir con los Campos de Hernán Perea, una espectacular altiplanicie a 1.600 metros de altura donde en verano la hierba se mantiene jugosa para los rebaños de ovejas que, aún hoy, pasan la temporada estival en sus llanuras alimentándose.
Tras sucesivas lazadas por un sendero de herradura adosado a la pared caliza el Tranco desemboca en una zona herborosa. En este punto debemos dejar el sendero PR, que enfila de frente hacia el Banderillas. Nosotros giramos hacia la derecha en ascenso buscando, a unos cien metros de la salida del Tranco, una fuente que en verano suele estar seca. Desde ella vemos delante nuestra, pegada a la pared caliza de la muralla del Banderillas, una repisa con un sendero marcado que llega a ella y que debemos coger: es la puerta de entrada al Cinto de las Higueras.
CINTO DE LAS HIGUERAS
Comienza en este punto la parte más impresionante de la ruta. El ascenso a la repisa es corto. Pronto ganamos vistas a casi todo el trayecto que nos espera hasta conectar con el río Borosa.
Iniciamos el descenso junto a la espina rocosa del Puntal de las Cabras, donde empieza la Cuesta del Picachal, una tremenda bajada por caminos de cabras que debemos negociar con tranquilidad para que las rodillas sufran lo justo.
Desembocamos en la Hoyica del Jorro, justo bajo la masiva cima rocosa del Castellón del Haza. Aquí el sendero se vuelve nítido y nos sumerge en un espeso bosque de boj donde tendremos que agacharnos para pasar algunas partes especialmente espesas.
El ascenso entre el boj nos hace llegar a otro collado desde donde tenemos una espectacular vista del Picón del Haza y las zonas abancaladas que hasta hace pocas décadas daban la riqueza a los varios cortijos que se situaban en la llanura que tenemos justo debajo. A un lado, cientos de metros de caída en picado hacia el valle del Borosa que, en esos momentos, estará siendo transitado por cientos de personas.
Nosotros seguimos en nuestro especial itinerario entre cortados, cuestas y paisajes de ensueño. Afrontamos un nuevo descenso, menos vertiginoso pero imponente, que culmina en un arroyuelo que debemos cruzar.
Hay varios nogales a cuya sombra podemos tomar un nuevo descanso. Continuamos por una llanura que, poco a poco, se convierte en cuesta conforme empezamos a rodear la mole del Picón del Haza por su derecha.
El sendero está bien marcado y va lo suficientemente distanciado del cortado hacia el vacío como para caminar con seguridad. Tras rodear el Picón del Haza, por cuyo interior pasaremos por unos túneles posteriormente, ganamos vistas hacía el embalse de Aguas Negras, conectando con la senda del Borosa justo entre los dos túneles.
RUTA DEL BOROSA
Desde este punto podemos avanzar hacia la izquierda para desembocar, tras recorrer unos trescientos metros, en el embalse de Aguas Negras. Justo a la izquierda de la barandilla desde donde disfrutamos de este paraje montañero tan singular parte un sendero que bordea este pantano por la izquierda durante unos 15 minutos hasta que termina entre unas rocas desde donde borbotea el agua: estamos en el nacimiento del río Borosa. Podemos remojar los pies en el agua helada de esta surgencia antes de volver de nuevo al punto de llegada de la ruta del Cinto de la Higuera.
Nos introducimos al momento en el largo túnel que recorre el interior del Picón del Haza. Saldremos junto a una pedrera por la que descenderemos con cuidado por un sendero que nos hace pasar muy cerca del Salto de los Órganos. En esta cascada, antes de que se construyera el embalse de Aguas Negras, durante muchos años los trabajadores de los aserraderos edificaron un armazón de madera por el que deslizaban los troncos de los árboles en la Primavera para trasladarlos río abajo hasta el Guadalquivir. Debían refrescar con agua el singular tobogán ya que la fricción provocaba que se chamuscaran los troncos.
Tras dejar atrás esta catarata de más de 60 metros de altura, iniciamos el descenso por el cañón que forma el tramo montañoso del Borosa. Pasamos junto a bellas cascadas y pozas donde podemos refrescarnos. El entorno es de una gran belleza. Tras unos 30 minutos llegamos a la central eléctrica donde el sendero se convierte en carril.
El cansancio va haciendo mella con los kilómetros acumulados. A unos 3km de la central eléctrica iniciamos el recorrido por la Cerrada de Elías, otro de los parajes espectaculares del día.
Tras dejar atrás la Cerrada el sendero se vuelve de nuevo carril y durante otros 3 kilómetros iremos caminando muy cerca del río, pasando junto a varias pozas de aguas turquesas que invitan al baño, hasta llegar al punto de partida donde el PR-192 nos introdujo en esta espectacular travesía por el corazón del Parque Natural.