Mihi es un guía profesional alemán que realiza rutas con grupos de senderistas alemanes a Islandia, Australia, Chile, los Alpes o Andalucía. Cuando me pidió que le enseñará alguna ruta alternativa a la clásica subida lineal a la Charca del Canalón en el río Verde desde Istán no pude decir que no. Le planteé una opción casi circular por la Dehesa Bornoque, el mayor bosque de la provincia y uno de los parajes más bellos y desconocidos de las Sierras de Málaga.
Formada de una serie de suaves lomas de entre 400 y 800 m de altitud, la Dehesa Bornoque se encuentra situada al Sureste del Parque Natural de la Sierra de las Nieves. Cuenta con una superficie de unas 1.200 hectáreas formadas principalmente por densas masas de alcornoques mezclados con pinos y algunos rodales de pinsapos. Sus principales elevaciones son: Cerro la Escamilla (714m) Monte Gaimón (702m) y Puerto Blanco (621 m).
Así que nos pusimos manos a la obra y partimos dejando atrás el pueblo blanco de Istán hasta dejar el coche en el cruce del carril a Monda, a unos dos kilómetros del pueblo.
Recorrimos los primeros kilómetros por la exuberante campiña del río Verde.
El valle del río Verde se encuentra flanqueado en esta zona por la imponente masa peridotítica del pico Plaza de Armas y las boscosas colinas de la Dehesa Bornoque.
A pesar de la poca lluvia y de ir manso, el río lleva un buen caudal.
Camino junto al arroyo Bornoque. Aquí dejamos atrás un mapa informativo que informa de las rutas por el tajo de la Caína o desde los Quejigales y nos sitúa en medio de una gran mancha verde…cosas de la Junta.
Aquí, frente al cortijo naranja del centro de la foto (Casa Palomera), nos salimos del carril buscando a unos veinte metros el inicio del antiguo camino de mulas de los habitantes del cortijo de Puerto Blanco, en el corazón de la Dehesa Bornoque.
Comenzamos una subida continuada por una senda bien marcada que comienza a rodear las laderas del cerro de Puerto Blanco.
La subida nos permite en algunos tramos ganar vistas al Pico Plaza de Armas(derch) y al macizo de la Sierra de las Nieves (al fondo).
En las zonas de solana predominan los pinos, alcornoques, enebros, jaras pringosas y las queridas aulagas.
En las zonas de umbría hay una frondosidad de plantas más húmedas. El frescor es evidente y se agradece porque el calor aprieta.
Pasamos junto a un nido de águila abandonado o una rama de hojas caprichosas.
Hasta llegar a lo alto de Puerto Blanco la senda va casi todo el tiempo por el bosque, aunque no recomendaría hacerla en las horas más calurosas del día.
A pesar de la frondosidad que rodea a la senda, ésta se encuentra en buen estado pese al abandono. En varias ocasiones se descuelgan sendas secundarias, que animan a una exploración más exhaustiva.
Mihi casi oculto en esta selva mediterránea.
Los cerros boscosos de Bornoque fue uno de los lugares elegidos por los moriscos de Istán para esconderse y tender emboscadas cuando la gran Rebelión del siglo XVI.
El impresionante macizo pelado del Torrecilla (1.919 m). El río Verde, que nace a la sombra de esta esponja calcárea, es el principal cauce de la Sierra de las Nieves, recogiendo buena parte de las lluvias y nieves de estas montañas para uso y disfrute de la masificada Costa del Sol.
Tras cerca de una hora recorriendo esta senda mágica, por fin salimos a un cortafuegos que nos sitúa a unos trescientos metros del cortijo.
Esta edificación de dos plantas y sus anexos se conservan en bastante buen estado, ya que estuvo habitado hasta los años ochenta. Uno de sus último habitantes, Antonio el pastor, hijo del guarda forestal, contaba como él y sus hermanos bajaban corriendo después de comer a Istán, para ver Curro Jiménez en la tele del bar del pueblo. O cómo se metían con piñas ardiendo en una cueva-mina a unos metros del cortijo a hacer la aguada.
La situación del cortijo de Puerto Blanco permite unas vistas privilegiadas en todas las direcciones, explicando su anterior uso como Cuartel de la Guardia Civil y casa del guarda forestal.
Al Norte se ve el macizo de las Sierra de las Nieves, el Torrecilla, el tajo de la Caina, las cuevas del Moro, Cerro Corona, etc. Al Oeste la mole roja de peridotita del pico Plaza de Armas.
Al Sur oteamos el pueblo blanco de Istán y el mar al fondo. El macizo de Sierra Blanca y los pliegues de Sierra Canucha nos impiden ver mejor la Costa del Sol. Por el Este, sureste y noreste las colinas boscosas de la Dehesa Bornoque nos rodean.
Tras la parada para el bocadillo en Puerto Blanco, iniciamos el descenso cogiendo un desvío a la izquierda al poco de salir del cortijo en dirección Este. Las vistas vuelven a ser impresionantes. A la sombra del Torrecilla podemos ver el llano amarillento de las Cuevas del Moro (en el centro de la foto)
El boscoso Puerto Blanco desde el carril de los Jerguenes que, tras pasar junto a un llano con colmenas, nos hace descender hacia el Río Verde antes de convertirse en cortafuegos lleno de jaras pringosas. A unos metros de su unión con el carril que lleva al cortijo de la Manoncilla el cortafuegos desaparece y los últimos metros los recorremos por una senda cubierta de pinchos y aulagas.
Vistas desde lo alto del Río Verde. El carril al que hemos desembocado continúa remontando el río unos dos kilómetros más hasta terminar junto al cortijo abandonado de la Manocilla, justo donde el río Verde hace la curva de Norte a Oeste. Nosotros decidimos volver por el carril durante un kilómetro hasta el cruce del Balatín a unos doscientos metros de la Charca del Canalón.
Vado del río Verde en el cruce de la Charca del Canalón con la casa rural del Balatín. El puente en ruinas fue construido por Antonio y el Pastor y sus hermanos hace treinta años con objeto de pasar los rebaños hacia la Sierra Real.
La Charca del Canalón, idílico paraje donde refrescarse antes de iniciar el camino de retorno.
Resta volver hasta el coche que dejamos en el cruce de Monda. Unos cinco kilómetros de regreso que se hace rápidamente en una hora.