El rio Castor (Estepona) es uno de los cauces más atractivos para recorrer en el formato de ruta acuática en la Costa del Sol. La aproximación al agua es relativamente sencilla y podemos disfrutar de sus aguas templadas y de un paseo agradable por un lecho que no resbala mucho.
Tipo: Lineal
Dificultad: baja
Duración: 3 horas horas más o menos dependiendo del ritmo de cada uno.
Distancia: 6.5 Kilómetros entre ida y vuelta
Desnivel: 50 mts de desnivel de ascenso
Agua: no hay fuentes en todo el trayecto
Recorrido fotográfico:
El Castor nace en las vertientes de Sierra Bermeja y serpentea por colinas de pinares y alcornoques durante unos 13 km hasta desembocar al Este de Estepona. Este río está situado en terreno de peridotitas, un tipo de roca plutónica única en el mundo y que se caracteriza por ser impermeable lo que facilita que el agua fluya a flor de superficie, favoreciendo la mezcla de estas piedras plutónicas con grandes mármoles que favorecen la formación de pozas y toboganes.
El punto de partida de esta ruta acuática será la gasolinera de Repsol que hay en la AP-7 en dirección a Estepona desde Marbella, justo tras pasar un viaducto por encima del río Castor.
Tras dejar el coche aparcado junto a la gasolinera buscamos una cancela giratoria que hay al Este de la estación de servicio. La cruzamos y cogemos un carril paralelo a la autopista durante unos 300 metros, hasta que este gire a la izquierda, introduciéndonos en el valle del río Castor.
Obviamos un carril a nuestra izquierda y seguimos de frente por el carril terrizo, pasando junto a varias fincas. Esta es una zona de cultivos mezclados con zonas boscosas mixtas de pinar y alcornoque.
Durante media hora, unos 2.5 km, iremos subiendo y bajando ligeramente por este carril, que no tiene pérdida, hasta que éste termina junto a una finca privada. Estaremos atentos a un cartel que marca el camino, ahora convertido en sendero, hacia nuestra derecha ya en claro descenso hasta el río.
Hasta hace un par de años, el primer contacto con el Castor era una bella poza formada por una zúa, una presilla que derivaba el agua a una acequia, donde se podía uno dar un chapuzón refrescante apenas llegado al río. Todo esto ha desaparecido debido a un temporal que hace dos años arrasó esta construcción hidráulica, dejando el nivel del río al nivel de los tobillos.
Al otro lado del río parte un sendero que nos ahorrará mojarnos los pies durante unos trescientos metros. Nosotros optamos por seguir por en medio del cauce. Pasamos junto a un par de pequeñas pozas antes de enfilar un tramo del río Castor lleno de cantos rodados, que resbalan poco eso sí, pero que hacen que el agua cubra a lo sumo por la rodilla.
Tras unos diez minutos evitando algún que otro resbalón, llegamos al punto donde el Castor se cierra, el tramo más bello de esta ruta. De frente, el cañón forma la Poza del Peñón, una roca ubicada en medio del cauce donde algún valiente o imprudente aún se atreve a arrojarse al agua.
Tras dejar atrás la Poza del Cañón entramos en un bellísimo tramo de pequeñas cascadas y pozas, rodeados de mármoles pulidos donde el agua puede llegar a cubrir por encima de la cintura. Pasado este punto el río se abre ligeramente para mostrarnos la joya del Castor: la Charca de las Nutrias.
Este paraje incomparable ha sido el lugar se baño de cientos de personas todos los veranos. Desde una de las paredes de mármol se han arrojado al agua muchos jóvenes a cuatro y cinco metros de altura ya que la Charca de las Nutrias tenía una notable profundidad. Pero ya no: el temporal que se llevó la presilla antes mencionada, afectó fatalmente a esta poza, colmatando su fondo hasta el punto de que el agua, en su punto más profundo, apenas cubre por encima de la cintura.
A pesar de ello, la Charca de las Nutrias sigue siendo un lugar muy frecuentado por lugareños y turistas. Nosotros continuamos un poco más. Nos aupamos por encima de la pequeña cascada que vuelca en la Charca y entramos en otro magnífico tramo marmoleado, con varias pozas y pequeñas cascadas. Y hasta aquí llegamos, un poco más adelante el río sale del cañón, se ensancha y pierde profundidad, con lo que se resta parte de su atractivo. Podemos refrescarnos en alguna de estas últimas charcas antes de volver por donde hemos venido.